26 octubre 2010

Nunca dejará de llover..

El ruido de la máquina de café terminaba de despertar al alma aún dormida en esa habitación. Sus ojos comenzaron a abrirse cuando la última gota de café llegó a la taza. Uniformada con unos baqueros rasgados y un jersey de lana, se encontraba adormilada en el sofá con el pelo recogido enrrollado en un pequeño moño que dejaba ver una cara cansada, unos ojos irritados y unas grandes ojeras. Mientras ella paulatinamente despertaba en aquel rincón de su casa, al otro lado de la ventana la ciudad de Estocolmo despertaba con un monótono y cansado amanecer, el cielo estaba encapotado y los edificios grisaceos hacian juego con el tono de un cielo rutinario que se hacia a medida que pasaban los días más pesados. El pitido de la máquina de café comenzaba a ser incómodo y la jóven adormilada despertó por completo y se levantó haciendo el ruido cesar. El leve burbujeo en su estómago le hizo saber que necesitaba comer algo, había pasado varios días en ayunas y era hora de comer algo, pero aún así no hizo caso omiso de las advertencias de su estómago y cogió su mechero y su paquete de malboro light y se sentó en la ventana. Tenía frío y los dientes castañeaban incesantemente a causa del frío, y se estremecia constantemente. Parecía no llevar apenas ropa de abrigo, pero en realidad llevaba un jersey y varias camisetas pero aún con la abundancia de ropa en su cuerpo antes de encenderse el cigarro fue a por una manta.
Una vez en la ventana encendió el cigarro y notó el humo del susodicho atravesando su garganta, tuvo una sensación la cual le pareció como si le estuvieran arrancando por secciones la laringe.
Expulsaba el humo que se mezclaba con el aire frío, estaba apoyada en la pared, con la ventana abierta completamente en una mano sostenía el cigarro y con la otra se tocaba el pircin de la nariz. En ese momento fue cuando los recuerdos la invadieron, el día en el que fue a hacerse ese pircin que tanto había deseado, que tantas peleas y enfados le había que costado y que porfin tenía. Después se subió el jersey y miró su tatuaje, fue una especie de comprobación para ver si seguia en el mismo sitio, intacto y tan bonito.

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